Manifiesto Zambra
(reseña sobre "No leer", de Alejandro Zambra)

Hay quienes nos alertan que si todo sigue así desaparecerán los árboles del mundo. También hay quienes dicen que nunca hubo tantos libros como en los últimos años, y otros que dicen que los libros, tal como los conocemos, se están extinguiendo. Hay quienes se alarman porque nadie lee y mientras tanto está lleno de personas que navegan de un lado a otro, como si sus cabezas fuesen un videoclip. Hay una nueva generación de escritores en todos lados, y las rutas están llenas de carteles que nos dicen dónde ir, siguiendo las reglas de siempre. 
A modo de intervención sobre todo lo anterior, se levantan los libros de Alejandro Zambra, obras minúsculas que exceden los géneros tradicionales y que a la primera lectura se nos caen de las manos como algo frágil y volátil, pero que luego crecen como la hiedra. 
“No leer” a primera vista es un conjunto de comentarios, reseñas y apuntes: Zambra escribe sobre las fotocopias, sobre las primeras clases de literatura que uno tiene que sufrir, sobre el oficio de estar solo, sobre viajar con libros, y también sobre Bolaño, Puig, Barón Biza, Cortázar, Coetzee, Buzzati, Millán, Lee Masters, Macedonio y muchos más. Lo que encuentra en ellos no son anécdotas biográficas jugosas o relatos dignos de resumir, sino géneros mixtos, frases, balbuceos, una guerra silenciosa contra las modas y tendencias y, ante todo, enfrentamientos íntimos con el lenguaje. 
“Así nos enseñaron a leer. A palos”, escribe Zambra. “Se habla muy poco sobre las palabras”, escribe. “Mientras sus contemporáneos seguían firmando versiones rutinarias de la gran novela latinoamericana, él construía una literatura nueva, irreductible”, lee y escribe.
De ese modo, “No leer” es una anti-novela policial en la que lo vemos rastrear y pensar en voz baja como un detective. Es un tratado de botánica en el que recoge las frases que ama, es el mapa de un jardín escondido y es, finalmente, una especie de auto-reseña, como aquella que escribió Bellatín sobre Kawabata (cambiando su nombre por el del japonés) o como la famosa entrevista que Capote se hizo a sí mismo.
 A medida que lo leemos, “No leer” se transforma en un libro fundamental de Zambra,  en la cocina en que escribe (y escribirá) su propia obra, como si asistiéramos a una especie de reality en el que lo vemos leer y entrenar hasta dar con sus propias reglas y con un manifiesto silencioso que nunca leeremos.

(nota publicada en la Voz del Int. El libro fue la primera publicación de la editorial Excursiones, uno de los tantos emprendimientos de la señorita Sol "todo terreno" Echevarría)