La piba de oro
(sobre "A través del liso", de Daiana Henderson)


Hay una canción increíble de Shaman y los hombres en llamas llamada “el primer color”, hay un poema de Rimbaud sobre las vocales y sus colores, hay un poema de Antolín que habla de la juventud que pasa y se pierde, están todos esos poemas contemporáneos escritos por personas que miran desde ventanas de departamentos, una especie de tendencia secreta que aparece en la lírica, twitter y facebook. Y luego está la vida del personaje de “A través del liso”, el primer e-book y tercer libro de la joven poetisa Daiana Henderson.
En la tapa del libro vemos las zapatillas de alguien tirado en el césped artificial del dibujo: es extraño, pero al verlas es difícil no imaginar, en primera instancia, que Mr. o Miss zapatillas está “contemplando el cielo”. Quizás se trate de una trampa de la imagen, quizás se trate de lo que esperamos de la poesía, quizás ese es realmente el primer poema del e-book y el primer momento del personaje que lo escribe: una muchacha guiada por una voz interior que observa el mundo con detenimiento, buceando en el significado de las cosas, iluminada y sombría a la vez. 
“Prestaría atención a este momento / si supiera que es la última vez / que nos vamos a ver”, escribe Daiana. “El río pasa por debajo nuestro, / bajo la rambla, / como una canción que nunca / nos vamos a cansar de escuchar”, escribe.
En el primer poema hay una foto que se deshace y se transforma (reminiscencia de un poema de Giannuzzi y a la vez de nuestra cultura fotogénica contemporánea); luego hay un grupo de amigos que vuelven de caza; una mujer que, en el departamento de al lado, no para de llorar; una escuela para ciegos; una pareja mirando barriletes; un poema generacional perfecto y, finalmente, un poema amarillo que recuerda menos a los lamentables titulares de todos los días que al color de la intimidad y el silencio.
“A través del liso” son diez canciones instrumentales y diez poemas narrativos, pero también diez postales, diez fotos de perfil de alguien que se detiene a escuchar el corazón del mundo, diez versiones de la luz que brilla, antes de apagarse, sobre nuestras cosas, y además un delicado sistema de cables y cañerías: justamente como todo lo que ocurre entre nuestras paredes, lo que nos une, y a la vez nos divide. 

(publicado en la Voz del Int., 2013)