¿Cómo permanecer completamente?
Publicado en Hoy Día Córdoba, Junio) 




1. Primer semestre del 2016: salieron el disco nuevo de Beyoncé, el disco nuevo de PJ Harvey, el nuevo de Rihanna, de Sia, de Andrew Bird, el disco nuevo de los RHCP, el último respiro de Bowie, etcétera. El mercado de la música internacional clama, continuamente, novedades. Y en ese clamor también estuvo incluido “A moon shaped pool”, el último disco de Radiohead, una banda que hizo uno de los mejores discos de la década del noventa, uno de los mejores discos de la década siguiente y de la que no había novedades desde su último y tibio “The King of Limbs” (2011). El 1 de mayo, día internacional del trabajador, las redes sociales de Radiohead quedaron en blanco: nada por aquí, nada por allá, como si algo inminente estuviese por pasar, como si la banda estuviese haciendo una pequeña huelga publicitaria, como si estuviese citando, astutamente, uno de sus temas: “cómo desaparecer completamente”.

2. Unas horas después, el pánico cedió y se confirmaron los rumores: habría disco nuevo. Todo empezó con el estreno del video “Burn The Witch”, siguió con el estreno del video “Daydreaming” y terminó con el estreno del disco en las redes. Elogiado por la crítica, festejado cautelosamente por fans, despreciado por los trolls, el disco llamó la atención por un conjunto de curiosidades: el amague previo de desaparición mediática, el hecho de que muchos temas ya eran conocidos por los fans, la información de diván que indicaba que Thom Yorke (cantante de la banda) se había separado de su pareja luego de 23 años, el orden alfabético de los temas, que la primera canción pareciese una trampa que tenía poco que ver con el clima (cálido, envolvente) del resto del disco.

3. En las reseñas y comentarios de “A moon shaped pool” se remarca la presencia fantasmal (o sutil) de guitarras; los acertados arreglos de cuerda vinculados a Lord J. Greenwood (o a Mr. Godrich); el ambiente calmo o dulce, contemplativo o melancólico, que generan las canciones. Hay un par de temas con reminiscencias folk, uno con un inusitado comienzo bossa, uno que parece una versión apocalíptica de un tema de Coldplay, uno con un piano hipnótico sobre el que escuchamos “los soñadores / ellos nunca aprenden”; otro que es una canción de cuna que describe un cataclismo. Y ahí está, también, una de las marcas registradas de la banda: la hipnótica voz de Yorke hablándonos, al mismo tiempo, de una experiencia íntima y de una desazón y un malestar planetarios: “Los corazones rotos hacen que llueva”, nos dice; “Venimos de la tierra y a ella volvemos: el futuro está adentro nuestro”, nos dice; “Quemá a la bruja, sabemos dónde vivís”, nos canta entonces.

4. Compuesto de varias canciones que ya habían sido tocadas a lo largo de los años (pero no editadas), “A moon shaped pool” genera dos interpretaciones disímiles: la de los románticos y la de los pragmatistas. Los pragmatistas sugieren que la banda estaba urgida a sacar un disco por motivos comerciales y/o espirituales pero que, como no había canciones nuevas o faltaba (misteriosamente) la inspiración, mejor agarrar las que ya se tenían y juntarlas. Los románticos, en cambio, sugieren que en realidad la banda deseaba celebrarse a sí misma y a sus seguidores y que por eso editó una obra que es una especie de “álbum de fotos” llena de referencias, alusiones al pasado y detalles sorpresa. Un ejemplo precioso de esto podemos encontrarlo en un artículo que señala con alegría y horror que la primera palabra que escuchamos en el disco es “permanecer” y la última, “salir”, indicando y acompañando, de ese modo, la experiencia particular (y el lugar en el mundo) de quien está escuchando el disco. El ejemplo es precioso porque si, en cambio, nos centráramos en la primera y en la última frase, encontraríamos que dicen: “Permanece en las sombras”; “No te vayas”.


5. Celebración o necesidad, las interpretaciones de los románticos y de los pragmatistas sugieren tres mismos hechos: primero, que el disco ha sido compuesto, explícitamente, desde el collage y el reciclaje obsesivo de canciones, motivos y referencias (“Burn the witch” ya aparecía mencionada en el arte de tapa de un disco anterior; en el video de “Day Dreaming” pueden verse escenarios que remiten a videos anteriores de la banda; el tema “Present tense” habla de un video en el que Yorke bailaba como libre desquiciado; etcétera). Segundo, que el disco es bueno o muy bueno pero no sobresaliente (algo a lo que la banda nos ha malacostumbrado). Tercero, y no menos importante; que una banda cuya relación con el mercado y con el contexto social suele ser tensa no editó una “novedad”. Obviamente a consecuencia de esto hay quienes sobreactúan y dicen que sería el último disco de Radiohead. Ahí está, sin embargo, la última canción del disco, una canción amada y reconocida desde hace tiempo por los seguidores y llamada, justamente, “el amor verdadero espera”. De uno u otro modo, Radiohead ha vuelto a patear el tablero: editó un disco contemporáneo a la crisis de los refugiados, al crecimiento preocupante de la extrema derecha, a un clima de consumo desbordante, de feliz vigilancia y exposición colectivas, y de constante alarma ecológica. El disco esconde una provocadora pregunta destinada al ojo de la época: ¿Por qué hacerle un disco nuevo al presente? La respuesta es “Preferiría no hacerlo” y también “A moon shaped pool”.